Soy mujer.

Soy sola.

Soy marrón.

Soy pobre.

Soy puta.

Bueno, cada tanto, la idiosincrasia de mi pueblo y mi manera de relacionarme con los hombres reflotan alguna de estas características como un insulto o como un desprecio hacia mí.

Benditos los hombres que en mi cama estuvieron.

Benditos los hombres que mi corazón habitaron.

Benditos ellos y bendita yo, con esta debilidad por la carne, por esta piel nutriéndose de otras pieles y por esta boca bebiéndose siempre la vida de un trago.

Soy Vero Vargas y escribo lo que, apenitas cada tanto, puedo decir con mi voz, aunque, finalmente, me importa un pito.